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    Dominación Mujeres, Lesbiana

    Mi hija y la doctora.

    Esta historia 100% real sucedio cuando decidí satisfacer la curiosidad de mi hija. .
    Mi hija y la doctora. Por nataliaorosco

    Esta historia 100% real sucedio cuando decidí satisfacer la curiosidad de mi hija.

    Ya habían pasado unos días de nuestro encuentro con mi hija, y como les dije nuestra relación se había fortalecido, al punto que en nuestras charlas, frecuentemente salía el tema de cómo sería estar con otra persona. Yo solo la escuchaba, sonreía y no decía nada, debo decir que inconscientemente me negaba que esté con alguien más que no sea yo, sin embargo, tengo que admitir que la idea lentamente fue ganando terreno, hasta que un día después de una sección de sexo comente, Bueno dime, ¿Y con quien te gustaría estar? Mi hija me miró y con la cara roja de vergüenza respondió, AY NO SÉ MAMÁ. ¿Cómo que no sabes?  tu eres la de la idea, dije mirándola a los ojos. ES QUE NO SE, DIME TU, comento con los mirando sus pies. Mira lo que pides es complicado, nadie tiene que intente decir, pero ella me interrumpió con un «YA SÉ NADIE DEBE SABER. Si eso, además no conozco a nadie, pero podemos ver, dije mintiendo. BUENO ESTÁ BIEN, comentó en tono pesado. Mira ya no eres una niña así que un día vamos a ir a la ginecóloga para que vea que todo está bien ahí abajo, dije mientras tocaba su paloma. Mi hija sonrió y sin decir nada levantó los hombros sin darle importancia. Así que esa misma tarde con la excusa de ir al súper fui a ver a mi «doctora» para contarle lo sucedido, lo cierto es que después de escucharme preguntó; ¿A ver si entiendo quieres que tenga relaciones con tu hija? Mmm, sí, claro que ella no debe sospechar nada, dije algo incomoda. Mónica me miró, y con un destello en sus ojos exclamó; Bueno, si eso quieres, las espero este sábado a las 9:00 de la mañana. Al llegar a casa le conté a mi hija que teníamos turno en la ginecología; ¿TENGO QUE IR?, preguntó algo molesta. Sí, es necesario, porque ella te dirá cómo cuidarte y cómo cuidar de tu zona íntima, dije acariciando su cabeza. PERO TU DIJISTE QUENADIE DEBÍA SABER LO QUE HAGO, comentó mirándome a los ojos. Mira existe la confiabilidad paciente doctora, por lo que ella no puede decir nada, dije sin desviar la mirada. Se quedó callada y después de unos segundos pregunto; BUENO, ¿CUANDO TENGO QUE IR? Para este sábado a las 9:00, dije sonriendo. El día llegó, después de dejar a mi marido y a mi hija más chica, en la casa de mis suegros, nos dirigimos al consultorio de mi amiga, ginecóloga y amante. Ya adentro Mónica (así se llama mi ginecóloga) miro a mi hija y en tono amable le preguntó si quería que yo esté presente. Mi hija me miro para luego mover la cabeza negativamente. Bueno, Natalia llevará un tiempo así que para que note aburras puedes ir afuera a ver unas revistas, o ir supermercado, dijo Mónica con una sonrisa en los labios, mientras me sacaba del consultorio, para luego llevarme a una sala privada, donde encendió con dos televisores, que me mostraba uno su consultorio y el otro un privado con un sofá que yo conocía muy bien. Mónica me beso y cerrando la puerta comentó, Te Dejo algo para que juegues, y tranquila ella lo va a disfrutar. Mónica ya en su oficina miro a mi hija y mirando a la cámara, exclamó con una sonrisa; Renee quítate la ropa de la cintura para abajo, y ven a la camilla. Mi hija desnudo su medio cuerpo y recostándose en la camilla apoyó sus piernas sobre el soporte, quedando completamente abierta. La doctora la miró y sentándose frente a ella exclamó, Tienes una vulva muy hermosa, al tiempo que su dedo índice acariciaba sus pequeños labios vaginales. Mi hija se sobresaltó al sentir como sus dedos abrían sus carnes, para revisar por dentro, la doctora al ver que la niña temblaba comentó, Tranquila, aquí todo está bien, veo que ya no eres virgen. Mónica se puso de pie, y mirándole al rostro preguntó; ¿Tienes relaciones con chicos?. No dijo mi hija moviendo su cabeza. Bien, dijo para luego preguntar, ¿Hace mucho que te masturbas? El rostro de mi hija se puso colorado y en tono suave respondió, NO, HACE UNOS POCOS MESES. Bien, ¿y que te metes en tu paloma?  preguntó Mónica mientras rozaba su clítoris con su dedo índice. EL, EL DE-DO, O UN,UN FIBRÓN, dijo con voz entrecortada, al tiempo que las manos de la niña apretaban los bordes de la camilla. La doctora al ver la vagina humedecida de su paciente, se relamió y sin dejar de “jugar» con su botoncito preguntó; Cariño, ¿Estas bien? SSIII, respondió mi hija mordiendo sus labios. La doctora se sentó y bajando su dedo índice por su paloma metió dentro de la vagina de mi hija. MMMM, AYYY, dijo mi hija mordiendo sus labios. La doctora lamió sus labios, y sin decir nada comenzó a meter y sacar su dedo suavemente, AYYY, AHHH, AYYY, AHHHHH, gimió la niña humedeciendose. Mónica sacó su dedo y mirando la entrepierna de mi hija exclamó; Amor estás mojada, ¿Me dejas probar? MMM, BUENO, dijo mi hija con sus manos tapando su cara. Mónica desprende su bata y después de mirar a la cámara, acercó su boca a la entrepierna de mi hija. AHHH, AYYY, AHHH, AHHH, gimió la pequeña al sentir como los labios y la lengua de la doctora, chupaban, lamían y mordían su pequeña y lampiña vagina. ¿Te gusta? preguntó Mónica, al tiempo que metía dos dedos en la paloma de mi hija. SSIII, AYY, SII, AHHHH, SII, gimo mi hija levantando sus caderas, mientras que la mano izquierda de la doctora, se deslizaba por debajo de su remera, hasta llegar a sus rosados pezones. Yo que estaba sentada en el sofá, mirando embobada como Mónica masturbaba a mi hija, me quite la pollera, y abriendo mis piernas, tome unos delos consoladores que me dejo la ginecóloga, para introducirlo en mi conejo. Seguí observando, la lengua de Mónica que habían recorrido las piernas y los pies de mi pequeña, se volvió a introducir en su entrepierna, haciendo escapar un gemido entrecortado de sus infantiles labios. Después de unos minutos, la pequeña que estaba completamente rendida ante los lengüetazos de mi amiga, comenzó a temblar y abriendo los dedos de los pies, dejo escapar sus infantiles fluidos dentro de su boca, que la galena bebió sin desperdiciar una sola gota. ¿Te gustó? preguntó la mujer saboreando ese néctar. SII, MUCHO, respondió mi hija con su respiración agitada. La doctora en silencio camino hacia ella, y ayudándole a ponerse de pie, la llevó hacia el interior de su consulta. Ya adentro, se miraron y con una tierna sonrisa Mónica terminó de desnudar a mi Renne, para luego ella también quitarse la ropa; mi hija miró el cuerpo desnudo de la mujer, Mónica a pesar de cincuenta y tantos seguía teniendo sus pechos firmes con pezones oscuros, una cintura pequeña, con caderas bien marcadas, la doctora sin dejar de mirarla, camino hacia ella, y poniendo sus manos en los hombros de mi hija la recostó en el sofá, para besar y acariciar su cuerpo. Lentamente los labios de la doctora, comenzaron a bajar por la piel de esa niña, hasta llegar a su lampiño sexo. AHHH, AYYY, AHHH, gimo mi hija al sentir como esa mujer le devoraba literalmente su vagina. Después de unos minutos, los labios de doctora subieron por cada rincón del cuerpo de la niña, para luego unirse en un profundo beso, sin apuro y como comprendiendo que era su turno, la pequeña comenzó a chupar y lamer esos oscuros pezones, para luego bajar hasta llegar al depilado y maduro sexo de la doctora. Ahhh, bebe, gimió la mujer al sentir como esa infantil lengua recorría suavemente los pliegues de su vagina. Ayy, assiii, bebee, aassii, repetía la mujer mientras le acariciaba sus cabellos. Yo sin dejar de masturbarme, miraba fijamente la pantalla, con mi hija practicando sexo oral. Fue entonces que escuchó a la doctora que con voz temblorosa decía; Cariño tengo una sorpresa para vos. ¿QUÉ ES? preguntó la niña sin levantar su cabeza de la entrepierna de la mujer. Algo solo tienes que tener los ojos cerrados, respondió Mónica sentándose en el sofá. Mi hija, que estaba boca abajo, se arrodilló, la miró sonriente y sin decir nada con sus labios húmedos por los fluidos de mi amiga cerró sus ojitos. La doctora se estiró hacia la cabecera del sofá, y metiendo su mano detrás de un almohadón, vi como sacaba un pote de plástico, y dos juguetes, que reconocí de inmediato, uno era un aceite para masaje, mientras que los otros eran, unas cuentas tailandesas y un cinturón con un consolador en forma de pene (lo que conocemos como strapom) de unos 18 cm de largo por 6 cm de grosor de color rosa. Mónica tiernamente recostó boca abajo a la pequeña, y destapando el pote con los dientes, dejó caer un chorro de aceite sobre las nalgas y espalda de mi hija. Lentamente las manos de la doctora comenzaron a recorrer el pálido cuerpo de la niña, desde sus hombros hasta perderlas dentro de sus nalgas. AYY, AHH, NNOO, MEE DUELEE, DEESSPAACIIOO, dijo la pequeña al sentir como uno de los dedos de la galena, intentaba introducirse dentro de su virginal ano. Tranquila, bebe, solo disfrútalo, comentó la mujer venciendo la resistencia de su esfínter. La doctora después de esperar unos segundos, retiró su dedo, y tomando unas cuentas tailandesas las introdujo dentro del rosado ano de la niña. ¿Te gusta? preguntó la mujer con sus labios sobre el cuello de mi hija. AYY, SEE SIIEENTEE RAAROO, exclamo mi pequeña con casi todo el rosario dentro suyo. Tranquila bebe, comentó Mónica, para luego tirar suavemente del cordón. AHHH, MMMM, AHHH AYYY, AHHH, AYYY, AHHH, AYYY, AHHHH, gimió la niña empinando su cola al sentir como de su esfínter se escapaban esas traviesas bolitas. La pequeña se tranquilizó un poco y apoyando su pecho en el sofá, llevó sus manos hacia su empinada cola, donde abrió sus nalgas dejando al descubierto su pequeño ano. Te gusto, ¿verdad?, comentó la mujer que sin esperar respuesta volvía a introducir el rosario dentro del ano de mi hija, para comenzar a retirarlo lentamente. AYYY, SSIII, AYYY, AHH, AYY, AHHHH, SIIII, AHHH, dijo la niña con los ojos blancos de placer. Mónica tiernamente la recostó boca arriba, para luego ponerse el cinturón frente a ella. Mi hija al ver el pene de goma apuntando hacia su entrepierna preguntó sorprendida, QUEE ES EESOO. Un juguete para amarte, respondió mientras se disponía a lamer el ombligo mi hija, Renne, se estremeció, y abriendo sus piernas receptivamente metió sus dedos en la negra cabellera de la galena, fue entonces que Mónica dejó de jugar con el ombligo de la pequeña, se acomodó entre sus piernas y cubriéndola con su cuerpo, acerco la punta del «juguete» a la entrada de su paloma, para introducirlo lenta muy lentamente. AYYY, AHHH, AYYYY, AHHH, AYYY, AHHH, gimo mi hija al sentir como esa cosa de goma llenaba sus entrañas. ¿Estás bien bebe? preguntó la mujer mirando a los ojos de la niña. Sí dijo moviendo su cabeza, sus labios se juntaron, para luego comenzar un rítmico mete y saca. Un gemido AYYY, AHHH, AYYY, AHHH, AYYYY, casi imperceptible se escapaba de los labios de mi hija, al tiempo que apoyando sus diminutos pies sobre el sofá, mi niña movía instintivamente sus caderas circularmente. Ay amor que rica estás, exclamó la doctora deteniéndose, para luego subir sus piernitas hasta dejar sus pies a la altura de su boca. AUU, AYYY, AHHH, AYYY, AHHH, gimió la pequeña al sentirlo más profundamente. La doctora miró a los ojos de mi hija, y después de besar sus pies, comenzó nuevamente un rítmico mete y saca, para arrancarle un agónico, AYYY, SIII, AHHH, AYYY, SIII, MMM, AHHH, SIII, SIII, AYYY, SIII, DDIIIOOSS, AYY DDIIOOOSS, de los tiernos labios de mi Renne. Del otro lado o mejor dicho en la otra pieza, con el consolador más grande clavado en mi conejo, veía excitada, por la pantalla, como ese pene de plástico le habría los tiernos pliegues de la vagina de mi niña. Después de uno o dos minutos, los gemidos se hicieron más fuerte, los pies de mi hija, que reposaban sobre los hombros de la mujer, se movían al ritmo de las estocadas, abriendo y cerrando involuntariamente los dedos de sus pies, entonces comprendí, estaba por terminar, Mónica que hacía caso omiso al AYYY,AYYY, DDIIOOSS, YAAA, DIIIOOOSS, MEE HAAAGOOO, DIIIOOSS, DIIIOOSS, continuó moviéndose hasta que de la temblorosa entrepierna de mi hija, brotó un incontrolable chorro de fluidos que en forma de lluvia mojaron la cintura y el vientre de la doctora. Se quedaron quietas, Mónica, que lentamente había retirado el consolador de las entrañas de la niña, le miró a sus ojos, y en tono suave pregunto; Te gusto? SI, MUCHO, respondió con cara de satisfacción, al tiempo que Mónica quitándose el cinturón se recostaba a su lado, donde mi hija arrimando su cuerpo, apoyó su cabeza sobre el pecho de su amante, para luego dormirse por unos minutos. Ya habían pasado un poco más de dos horas de su encuentro, cuando las chicas aseadas y cambiadas salieron del consultorio, para encontrarme sentada en la sala de espera hojeando, disimuladamente, una revista. Les sonreí, y mirando a los ojos de la ginecóloga pregunté; ¿Cómo se encuentra la pequeña? Se encuentra muy bien, es tan sana como su madre, dijo la doctora en tono casi obsceno. Bien entonces vamos, exclamé acariciando el cabello de mi hija. Ya estábamos por salir cuando mi pequeña que se había adelantado, giro su cabeza y mirándonos pregunto, ¿YA NO TENGO QUE VOLVER? Nos miramos con Mónica, y abrazando a mi hija exclamé, Bueno, solo, solo cuando tengas necesidad. Para Luego escuchar la voz de la doctora que en tono travieso comentaba; Bebe, regresa cuando quieras. Bien, espero que les haya gustado, es un poco extenso, pero les recuerdo que esta historia es 100% verídica. en otra ocasión les contare como mi hija descubrió uno de los juguetes preferidos dela ginecóloga. Bsos nataliaorosco

    425 Lecturas/1 marzo, 2023/0 Comentarios/por nataliaorosco22
    Etiquetas: amiga, hija, maduro, marido, mujer, sexo, vagina
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